quinta-feira, 13 de agosto de 2009

Com Gerald, na sombra de um Starbucks

Monday, August 10, 2009
CON GERALD, A LA SOMBRA DE UN STARBUCKS
W.G.G


El pronóstico para aquella jornada de agosto era que, por tercer día consecutivo, se levantaría el mercurio por arriba de los cien grados Fahrenheit. Miami se iba transformando en el infierno tan temido, la humedad desfiguraba rostros, transparentando estados de ánimo.

Mientras me acercaba por Meridian, buscando el Starbucks de la esquina con Lincoln Road, miraba ansioso el cielo, anhelando una nube gris que presagiara la divina tormenta.
Gerald Thomas me había avisado que llegaría el sábado por la tarde y quedamos de encontrarnos en el café, el martes alrededor de las diez de la mañana. Por la peatonal circulaba poca gente. A media cuadra del negocio, casi soy atropellado por un curioso individuo que llevaba en el manubrio de su bicicleta un enorme y bien cuidado gallo blanco, de cresta alta y roja. “South Beach” pensé divertido, aquí podes encontrarte cualquier cosa. Levanté la vista del gallo móvil que se alejaba y me encontré la figura del maestro Gerald, hundida en una silla como escondida del resto de la gente.
Se levantó con energía y me dio un fuerte abrazo. Me pareció más bajo que la última vez y noté que por su rostro surcaba una profunda tristeza.

—¿Como está mr. Thomas? —le dije estrechando su huesuda mano.

—No muy bien querido —me contestó con un leve temblor en la voz.

Ordené un expreso en la barra, con una torta de blueberry (mi favorita). Gerald ya estaba tomando un café late. La colombiana del mostrador me regaló un cappuccino con mucha crema y salsa de cranberry arriba. Lo había hecho equivocadamente y no quería que el jefe lo viera. Volví cargado a la mesa y el anglo brasilero me miró sorprendido.

—¿Te vas a tomar todo eso querido? Mucha azúcar no es bueno para la salud —me recriminó.

Asegurándome de que la empleada no me miraba, tiré la apetitosa bebida al basurero y me quedé solo con el cafecito y el dulce. Le pregunté a mi amigo la causa de su tristeza, aunque sabía que el laureado director siempre tendría una causa para su romántica melancolía.

—El día anterior —me contó— había fallecido una de las personas que más respetaba. La anciana de 91 años, toda una leyenda en el ambiente teatral neoyorquino, estaba encargada de la dirección del prestigioso teatro, donde también trabaja él. Más allá de la enorme pena que lo embargaba, debía asumir ahora la plena responsabilidad de la conducción del establecimiento cultural. Sus esperadas vacaciones de seis días en South Beach, no pasarían de tres.
La crisis terminal del teatro y el cine independiente en general, lo tenían trastornado.

—Se rompió el circuito Walter. —me dijo apenado— Más de doscientos locales de cine y teatro han cerrado el último año en el área metropolitana de New York. Si no presentas un bodrio ( no dijo esta palabra pero me sirve) hollywoodense, con Adam Sandler incluido, no tenes sala ni productor disponible.

Tomó un trago corto y se arregló el largo pelo en un movimiento característico. La peatonal comenzaba a cobrar vida. Dos homeless, con sus carritos de supermercado repletos de porquerías, pasaron hablando entusiasmadísimos.

—Para colmo, la ciudad nos redujo los subsidios casi totalmente y nuestra deuda es un lastre enorme. A mediados de septiembre comenzamos la temporada y realmente no sé si podremos afrontarla. Pero hay que intentarlo, no nos queda otra—dijo abriendo los brazos en señal de resignación.

—Nunca estuvimos tan desamparados, creo que el panorama caótico es mundial. Solo en Brasil, donde tengo bastantes problemas en la actualidad, y en Francia, donde no me conoce nadie, hay un movimiento esperanzador— terminó dándole un poco de positivismo a un monologo que venía en caída libre.

—¿Y en la Argentina? —pregunté inocentemente.

—Estuve en Bs As dos meses atrás, haciendo un trabajo para el teatro San Martin. Encontré una ciudad embotada, apesadumbrada. Se ve que van perdiendo la esperanza que al principio tenían con los Kirchners. En el plano cultural, el mismo caos que aquí. No hay trabajo por ningún lado.

Si necesitaba una inyección de optimismo esa mañana, sin duda mr. Thomas no me iba a dar. Por lo menos al principio. Empezaba a conocerlo bien y sabía que detrás de esa coraza de persona amargada, habitaba un hombre tierno y supersensible. Siempre guardaba algunas noticias buenas (por lo menos para mí) para el final.

—Lo de España es un hecho —acotó, refiriéndose a unos contactos que había realizado para promocionar El Guionista… en la madre patria— A fin de mes tenemos algo marchando por allá.

Se ofreció a ayudarme en unas cuestiones legales y me invitó, una vez más, a quedarme en su casa un fin de semana y conocer la gran manzana. Le comenté del proyecto de hacer un video sobre el libro y me prometió colgarlo de su blog apenas estuviese listo. La palabra blog como que lo acercó a otra realidad.

—El tema de mi sitio me tiene preocupado querido. El administrador de IG me ha pedido que me dedique a tocar temas culturales, como si la política no fuese cultura también. El vampiro de Curitiba (un columnista de su blog) ha estado criticando a Lula y el sitio es sostenido por el gobierno Brasilero— comentó haciendo un gesto de disgusto con la boca— Yo casi no opino sobre política Brasilera. Tampoco quiero pelearme con el Vamp, él tiene libertad para hablar de lo que quiera, así que es probable que cierre el sitio. Una pena porque además de ser una ayuda económica en estas épocas, estaba alcanzando un éxito singular.

Rozando el mediodía nos levantamos con pereza. La conversación estaba entretenida pero debíamos volver a nuestras obligaciones. El tomaba un vuelo a Nueva York en tres horas y yo entraba a apilar reposeras y revolear toallas en la playa del National. Caminamos lentamente por la peatonal rumbo al Delano Hotel, donde se estaba hospedando. Cruzó su brazo sobre mi hombro y seguimos hablando sobre sus pasados viajes por el planeta.

—¡Ámsterdam da pena querido! —dijo en un suspiro— Jóvenes de todo el mundo confluyen a drogarse allá con total libertad. Ves a cientos, muchos americanos, desparramados por las calles. Algunos tirados en estado lamentable. En el centro solo encuentras pizzerías y negocios de comida chatarra, que es todo lo que comen. La decadencia de la civilización.

Pasamos por enfrente del Lincoln Theather y miró curioso en la cartelera, pero no habia presentacion alguna.

—Más allá de su capacidad innegable, está con las manos atadas —comentó sus pensamientos y adiviné que se referia a Obama.— Es tan grande el desastre que creó Bush que no veo forma en que lo pueda arreglar en un futuro proximo.

—Por menos razón lo echaron a Nixon —le acoté, buscando una respuesta.

—Sí, pero corrían otros tiempos, ahora Bush se encargó de crear un estado de psicosis nacional respecto al peligro del terrorismo. Fue como un escudo tras el cual, él y sus laderos cometieron todo tipo de barbaridades.

Tardamos cinco minutos en pasar la Collins, una fila de buses de turismo tenían el tráfico atascado. Comentó que volvería en tres o cuatro semanas e iríamos a comer algo por allí y a hablar más tranquilamente. Se despidió con su habitual beso en la mejilla, deseándome la mejor de las suertes mientras me recordaba que le mandara el link de mi libro en amazon.com.

—Saludos a Daniela —le dije, en relación a su hermosa esposa carioca y lo vi subir con su desgarbado andar las escaleras del Delano.

Ya estaba llegando a trabajar quince minutos tarde. Hoy no me importaba, pues la mañana había sido bien aprovechada. Pensé en como disfrutaba las charlas con esta entrañable criatura. Se me ocurrió compararlo con don Quijote, después que una de las aspas de su principal enemigo, un molino gigante, lo hubiera derribado golpeándolo duramente. Se sentía deprimido, más estaba seguro que se levantaría, acometiendo de nuevo contra todos los imposibles que lo enfrentaban. En síntesis de eso se trataba su vida. Una lucha continua, casi utópica, por un mundo mejor… o al menos habitable

Salud maestro Gerald!
Posted by GERARDWALT at 4:33 PM 6 comments

waltergreulach.blogspot.com

Um comentário:

GERARDWALT disse...

Gracias Lucio por postear estos relatos sobre Gerald Thomas. Que cada vez que pasa por Miami me hace el gran honor de encontrarse conmigo.
Todo mi cariño para alguien como Gerald, que casi sin conocerme, se ofreció a ayudarme desinteresadamente. Va mi agradecimiento y mis respetos para vos tambien Lucio.
Un fuerte abrazo, cuidate mucho...Walter G, Greulach desde Miami